domingo, 29 de marzo de 2015

Anulada

No le gustaba su risa, tampoco sus hobbies ni sus gustos. No le gustaba la música aunque fuera una buena canción ni tampoco que a ella le gustase. A ella le gustaba cantar pero eso a él le molestaba. A ella le decían que tenía una fuerte creatividad pero él decía que no. Se le acabaron los sueños y las esperanzas con él, dejó de hacer todo lo que le gustaba por él. Dejó a su familia e incluso sus amigos. Pero él seguía sin gustarle sus gestos, ideas o lo que no tuviesen que ver con él. Seguía odiando que hablase con alguien que no fuera él o incluso su forma de vestir. No le gustaba nada de ella y se lo hacía saber. No le gustaba que se maquillase o se arreglase el pelo, decía que estaba fea. Decía que no era simpática, y que si se lo decía alguien mentía. No quería que nadie la apreciara, quería tenerla sola para él, en su casa, con sus cosas y a su mando, y cuando no hiciese algo que no le gustase estaría a su merced. La amenazaría con irse o simplemente le haría el vacío. O sus normas o se quedaría sola. Ella lloraba pero él tenía la razón, las normas y el mando. Ella lloraba  pero a él lo único que le importaba era su ordenador.

El día menos pensado se fue. Y, lo logró, volvió a ser feliz.

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