Has sido ese último cigarro que se me esfumó de mis manos en un par de caladas. Has dolido más que todas esas promesas que incumplimos. Y es que no supimos querernos como debimos, no vimos el dolor del otro en cada reproche, no vimos la soledad que quedaba detrás de cada uno. No supimos ver, que juntos podríamos serlo todo o no ser nada, yo fantaseando contigo y con tus palabras, queriéndote cada día más como no quise en mucho tiempo. Y decidimos no ser nada, porque el sufrimiento puede más, y aún así intento recordar cada momento bueno que tuvimos, alimentarme de ello y morir de nostalgia, porque el recuerdo vale más que cualquier momento sin ti. Porque todas esas ojeras por no dormir hoy se tiñen de otro color. Me he ido de la realidad y he perdido el norte de tal forma que te he perdido a ti, sin darme cuenta de lo importante que eres en mi vida, que me has dejado un vacío que no podré llenar, ese vacío que hoy me consume de tal manera como la forma en que me olvidaste.
Arrepentida. Pierdo el orgullo y me lamento arrepentida de cada palabra inútil que he dado, cada error rompiendo un trozo más de tu corazón, de mi corazón, de nosotros, de lo que estaba naciendo y no ha podido ni podrá ser. Me resigno aunque el desamor me pueda, acostumbrarme a estar bien con tu recuerdo, esa cicatriz que sé que haga lo que haga seguirá ahí, que olvidar a la fuerza nunca se me ha dado bien, y menos ahora contigo. Que las calles sin ti, los inviernos sin verte y la gente, que no eres tú, no harán que desaparezcas de aquí, que siempre tendré esa duda de qué hubiera pasado, sabía que algún día acabaría pero no estaba preparada para que fuese ahora, aun sabiendo que cada uno era tan distinto, no puedo hacerme a la idea aun con las lágrimas en los ojos, con el alma podrida y el corazón en la mano. No puedo aceptar algo que todos se empeñan en que acepte, no puedo olvidarte sin más, no puedo decidir lo que es mejor cuando te estoy amando más de lo que he llegado a hacer por alguien, no puedo desnudar más el alma que hoy, rota como no he llegado a estar y sabiendo que no lo leerás, que no me hablarás, ni que querrás saber nada de mí en mucho tiempo, sabiendo que me olvidarás porque es lo mejor para los dos, lo único que hace que me rompa en más pedazos, que me duela cada vez más el hecho de que no vamos a estar juntos nunca, que nunca podré cogerte de la mano y morderte la nariz. Que no podré abrazarte ni besarte ni sentir tus manos sobre mí. Que no podré dar una vuelta contigo ni llamarte a tu portal para que bajes. No podré escucharte nunca de tu boca un 'te quiero' ni podré ver tus gestos, tus tonterías, tu sonrisa, tus manos, tu cara de sueño, tu risa. No podré picarte y que al final me hayas picado tú porque yo no sé hacerlo, y darte un codazo y besarnos después. Que no podré llamarte enano porque nunca te podré ver así, no podré intentarlo siquiera. No podré ver como te pones rojo de vergüenza cuando te digo lo que siento por ti. Porque las discusiones pueden más que cualquiera de esas cosas. Son más fuertes que todo eso, menos que el amor que siento por ti. El amor que hace que me sostengas en el suelo, o me hundas en él. El amor que me hace que todas estas razones para huir no sean suficientes para irme. Porque aun sabiendo que hago el ridículo sigo aquí, loca por ti, queriéndote como no sé querer.
Espero que el tiempo nos de una oportunidad algún día, "porque si te vas,no cicatrizaremos. Y porque si te quedas, no dejaremos de doler."
No hay comentarios:
Publicar un comentario